Monterrey guarda en sus antiguos panteones más que restos: conserva en piedra fragmentos de su propia historia. Los camposantos más antiguos que aún operan en la ciudad, El Carmen y Dolores, datan del año 1900 y fueron en su momento exclusivos para familias de clase alta. Junto con el Tepeyac, formaron parte de los primeros cementerios privados establecidos en la capital de Nuevo León.
Sin embargo, la tradición funeraria en Monterrey se remonta mucho más atrás. Según el historiador Eduardo Cázares, el primer camposanto de la ciudad fue fundado en 1612, justo a un costado de lo que hoy es la Catedral Metropolitana. Durante la época colonial, la Iglesia tenía el control absoluto sobre los registros de nacimiento, matrimonio y defunción, por lo que también administraba los cementerios.
Detonantes del crecimiento funerario
Dos eventos trágicos marcaron la expansión de los cementerios en la ciudad: la epidemia de viruela de 1798 y la de cólera en 1833. Esta última, particularmente devastadora, cobró la vida de aproximadamente el 10% de la población de Monterrey en aquel entonces. Ante la saturación de los cementerios eclesiásticos, surgieron nuevos camposantos en la periferia de la ciudad.
La batalla de Monterrey en 1846 también impulsó la creación de panteones temporales para enterrar a los soldados caídos, incluyendo cementerios dedicados al ejército estadounidense.
Del dominio eclesiástico a los cementerios civiles
Fue hacia 1870, con la implementación de las Leyes de Reforma, cuando la Iglesia perdió el monopolio funerario. A partir de entonces comenzaron a surgir cementerios civiles y municipales. Los primeros dos panteones municipales de Monterrey estuvieron ubicados donde hoy se encuentra la Escuela Normal Superior, sobre la avenida Venustiano Carranza.
Durante el siglo XX se fundaron otros panteones significativos como La Estanzuela, Topo Chico, San José y San Jorge, adaptándose al crecimiento urbano y demográfico de la ciudad.
Saturación de cementerios en Monterrey
Con más de 30 panteones registrados en la actualidad, Cázares advierte que Monterrey enfrenta un problema de saturación en sus cementerios, una situación que se agravó durante la pandemia de covid-19 y que también se ve influida por la creciente inseguridad.
“La ciudad necesita una nueva planificación funeraria. La pandemia cambió muchas cosas, entre ellas, la manera en que nos despedimos de nuestros seres queridos”, señaló el historiador.
Hoy, al ingresar a los panteones Dolores o El Carmen, una placa recibe a los visitantes con un mensaje que resume la esencia de estos lugares: “Monumentos de la ciudad, historia escrita en piedra en memoria de quienes se han ido”.